Caliche es un proyecto vital que concentra todas las ilusiones de
su propietaria, una artista-ilustradora que tras su periplo por distintos países
de Asia y Oceanía decide promover un espacio colaborativo centrado en
actividades artesanas, principalmente en la rama de la cerámica. Con la
adquisición de una antigua cristalería en el barrio de San José bajo, Teresa
nos brinda la oportunidad de dar forma a este proyecto en un local muy
alargado, con una oficina con perfiles de acero y forrada de melamina imitación
a madera, dividido por un tabique en dos partes, y con una nave destartalada en
la parte posterior, un amplio patio de manzana.
La intervención partía de una premisa de mínima intervención. En la fachada, únicamente se ha colocado el nombre del local, compuesto por piezas cuadradas de cerámica esmaltada color azul.
En el interior, se ha reutilizado la estructura de la oficina para
configurar un espacio-filtro, que separa la zona de acceso, con un espacio de
exposición y venta, de la zona de trabajo, en la que se disponen seis espacios
de trabajo para artesanos separados por unas estanterías que permiten almacenar
los trabajos realizados antes de llevarlos al horno. El espacio-filtro alberga
un office, un aseo y, en la parte superior, a la que se accede con la escalera
plegable reutilizada, un espacio de descanso.
Las zonas de trabajo están orientadas a la fachada posterior, en
la que se han instalado unos grandes ventanales, con vistas al patio, ahora
ajardinado. Tras él, se ha rehabilitado una nave que contaba con una puerta
corredera de madera y un espacio con el techo elevado. Este espacio de mayor
altura generó por sí solo un espacio diferenciado, que se ha configurado como
un porche cubierto, semiprotegido por la puerta corredera, orientado al jardín,
con un pavimento de baldosas de terrazo recuperadas de otras obras nuestras. Y,
mas atrás, se construyó un nuevo cerramiento hacia el espacio del taller, en el
que se ubica la zona de esmaltado y el horno.
El conjunto ha conseguido un espacio de ambiente muy cálido, en el
que las secuencia entre las distintas estancias, por medio de filtros,
ventanales y puertas correderas, generan un ecosistema de creatividad muy valorado
por sus usuarios. El espacio se enriquece y cobra vida real con las actividades
que se desarrollan en Caliche (trabajos, cursos, exposiciones, etc.) y por los
objetos artísticos que inundan sus estanterías y paredes.